Blancas
Te doy, mi ella,
mi luz, una rosa blanca
en forma de besos
puros a tus labios
de la mañana,
cada día.
Y así mi amor te daba
para asegurarte
que sí eres
mi querer y mía.
Tal pasaron los días
y todos esos años
hasta que Dios
llamó mi alma
a su descanso,
en el remedio,
de una tormenta
de pétalos blancos.
Y mi amor de amores,
vi ese día en esa caída florecida,
cuando estuve cubierto
por los innumerables besos
de la olorosa lluvia,
que yo sé
lo que aprendí ese día
es que te encontré.
Y en la gracia
de los pétalos
de las gotas blancas
siento tu boca
en los miles de flores,
y los labios de las
rosas blancas de nuestra alegría.
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